20 may 2010

Y yo nací, enamorado del Atleti de Madrid





Por los soñadores, por los pasionales, por los sufridores.
Por aquellos que encerramos el korazón en un puño en cada partido.
Por todos los que vivimos el prostituido negocio del fútbol de una manera distinta.
Porque nadie como tú revienta mis esquemas. Nada es capaz de encharcar mis ojos de tal modo. La facilidad con la que fluyen lágrimas de alegría; el dolor de los ríos de desconsuelo.
Qué manera de sangrar sentimientos, de llevar la pasión por bandera, de sentir los colores por debajo de la piel.
Porque nadie como nosotros para convertir un edificio en una caldera hirviente.
Porque un equipo, sin el apoyo de sus seguidores, no es nada.
Porque si el cuerpo se cae, el alma lo levanta.
Porque lo mundano no nos importa, sabemos que somos eternos.
Porque cuando fallan las fuerzas, la fe las revitaliza.
Porque si se pierde, se llora, pero se levanta la cabeza. La frente siempre bien alta y el korazón orgulloso. Si se muere con garra, el cielo está ganado.
Por tu pasado, tu historia, y el presente. Por recordar a los incrédulos y a los ignorantes, y a toda Europa que somos grandes, que HEMOS VUELTO.
Porque hemos hecho del “semper fidelis” nuestra religión. Cuando el barco se hunde, sólo las ratas lo abandonan.
Porque después de perder una final nuestros rugidos ensordecen la alegría de los campeones.
Porque la furia del dios de los mares es colchonera.
Por ese fuego recorriendo venas y arterias, por esa entrega sin condiciones a la pasión de un sentimiento único. Porque vemos la vida de un modo incomprensible para los mediocres.
Porque nos sobran los motivos, la pasión y las ilusiones, aunque nadie más los quiera ver.
Por la felicidad de los triunfos, del retorno, y por la fidelidad en los malos momentos.
Por todos los que hemos hecho de la pasión rojiblanca nuestro estilo de vida.
Vuela Atleti, vuela alto, que nosotros batiremos siempre tus alas.

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