17 feb 2011

Del futuro al presente

No es una novela épica ni un juego de rol. Pero el tiempo pasará. Y de ello aprendemos. Y de las tinieblas pasaremos a la claridad. Encontraremos la forma de sacar nuestra propia luz para alumbrar zonas en penumbra. Y desterraremos eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Iluminaremos lo que nos propongamos. Y dejaremos la oscuridad de la noche sólo para nuestros secretos.


16 feb 2011

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Ya ha quedado claro demasiadas veces que esta democracia funciona mal. El elenco político no puede ser más repulsivo. Pero no hacer nada al respecto no es que ayude demasiado. Parece que cada vez son más las personas que reaccionan ante el aletargamietnto que provoca la economía del bienestar. Por algo se debe de empezar.

10 feb 2011

Problemas contemporáneos

En la Gran Vía, al lado de la puerta de una “Casa del Libro”, refugiado bajo el cielo de un andamio hay un hombre sentado en el suelo. A su derecha un cestillo y a su izquierda un cartel en el que ha escrito “TE REGALO MI POESÍA por la voluntad”. La acera rebosa hormigas presurosas, pero muy pocos reparan en su presencia. Pasa las tardes recitando con ánimo los versos de sus folios arrugados. Ni siquiera los que entran al establecimiento se paran a escucharle. Los clones trajeados que pasan a su lado elevan la voz para no detener su discusión sobre fútbol o las banalidades del trabajo, y él también la eleva. Al terminar cada poema busca miradas cómplices, pero sólo encuentra un ajetreo de luces y corbatas.






3 feb 2011

Aquella noche no se veía la luna

Apuró el pitillo y abrió la puerta. El bar a esas horas se había convertido en un planeta distinto donde la tierra era un tumulto de personas y el cielo un mar de humo. Se abrió paso hasta la barra a base de llenarse la camisa de la cerveza de clientes demasiado borrachos como para preocuparse.
-¡Chico! ¡Whiskey doble con dos piedras!
-¡Enseguida!
Miró el vaso con la serenidad de quien afronta una rutina y tragó el licor apresuradamente. Apenas podía distinguirse alguna conversación. Debajo de cada sombrero una boca vociferaba eufóricamente. El alcohol corría a su antojo y el charleston animaba los pies de la clientela. Mientras observaba el panorama, divisó una silla solitaria que, después de casi diez horas yendo de un lado para otro con cajas de enciclopedias, resultaba muy sugerente. Pidió otro trago y se dirigió hacia la silla.

El vaso apoyado en la pierna y la mirada perdida en la profundidad del humo. Los minutos se atropellaban frenéticamente sumiéndole en un trance demasiado triste como para no tratar de disfrutarlo. Hasta que una cara conocida le trajo de vuelta a la realidad. Ella. Después de tantos años. Otra vez.
-Tú por aquí...
-Buenas noches, princesa.
-Tienes una pinta horrible.
-Ya no trago tantas mentiras.
-¿Qué ha sido de tu vida?
-¿No bebes nada?
-No eras tan cínico cuando me querías.
-Eso nunca lo hice.
-Vámonos de aquí y te demostraré que mientes.
-No puedo, estoy ocupado.
-¿Tú sólo?¿Qué tienes que hacer?
-Emborracharme.
Se llevó el vaso a la boca mientras la veía perderse entre la multitud. Desapareció con la misma pasividad fría con la que había llegado. Cerró los ojos y dejó que las notas del clarinete se mezclaran con el alcohol.