10 feb 2011

Problemas contemporáneos

En la Gran Vía, al lado de la puerta de una “Casa del Libro”, refugiado bajo el cielo de un andamio hay un hombre sentado en el suelo. A su derecha un cestillo y a su izquierda un cartel en el que ha escrito “TE REGALO MI POESÍA por la voluntad”. La acera rebosa hormigas presurosas, pero muy pocos reparan en su presencia. Pasa las tardes recitando con ánimo los versos de sus folios arrugados. Ni siquiera los que entran al establecimiento se paran a escucharle. Los clones trajeados que pasan a su lado elevan la voz para no detener su discusión sobre fútbol o las banalidades del trabajo, y él también la eleva. Al terminar cada poema busca miradas cómplices, pero sólo encuentra un ajetreo de luces y corbatas.






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