26 jul 2010

Volví a escribir (y si mis pasos no avanzan me las apaño)

Será el licor abriéndose paso entre las venas, o la soledad que asoma entre tanta jauría, la evocación del ingenio cannábico, el gusanillo latente entre tantas páginas entintadas, un guiño desde el menos llamativo de los inmediatos pasados, el chispazo neuronal escondido en la magia de las palabras...o un poco de todo.

Un ánimo desanimado se durmió, y en su sueño soñó que veía a Filosofía. Al primer contacto se supo la verdad, retazos de una vida ya vivida. Perdidos el resto de rumbos qué más da dedicarse a lo mismo día tras día. Una perenne danza envenenada y follársela por homilía, pura poesía. "Te voy a abrir de patas cada noche para empapar mi lengua en tu sabiduría". Versos huérfanos y catorce esquizofrenias no salvan una historia carcomida. Y reía Filosofía, indómita femme fatale sobornando el absurdo del sueño de los que perdieron su guía.

Si el hombre es preso de lo que dice, lo que escribe le esclaviza. Por tatuar su alma sobre papeles, pantallas, o cualquier superficie digna de ser perforada por las confesiones de un espíritu. Pero las palabras encierran un poder demasiado grande para asimilarlo en una mera reflexión. Encarcelan porciones de quienes la generan con la misma furia con la que las liberan por encima de rejas o muros. Codifican una realidad incomprensible para poder dar paso a infinitos universos paralelos, y sólo los inquietos perciben la conversión. En su menudencia llevan impresas el verdadero alcance de su valor.

Por ello me encadené a su misterio, dulce condena para las mentes insaciables que se hunden en las confusiones físicas...

"Las cosas que haces son las que te hacen,
así que haz lo que sabes y sabrás lo que vales."