25 ago 2010

Famara

Cuando el olvido me acoge en su regazo
no me queda más remedio que soñar;
sonaré que me pierdo entre tus brazos
con las dunas, con el viento, con la mar.

Si un oceáno de alquitrán me obliga
a girar mi cabeza para darte la espalda,
cerraré los ojos a un destino que castiga,
mientras me deleito con tu verde esmeralda.

Ruego al suelo mientras miro al cielo:
más gaviotas y menos contaminación.
Reina el viento norte en un corazón fiero
que ruge cuando siente aquel dolor.


Fue la luz que aquella tarde retuve:
el risco desgarraba las nubes
dejando asomarse a un cielo escarlata
que teñía las olas de añil, y su espuma, de plata.







"Si mi voz muriera en tierra,
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.
Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.
Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella
y sobre la estrella el viento
¡y sobre el viento una vela!"
(Rafael Alberti)

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