3 oct 2010

Cuesta distinguir la realidad

Yo y mis mundos. Mentiras, certezas, secretos y todo lo que pueda intentar esconderse en una mirada. No necesito conocerlos a todos para distinguir calañas. Mi alcance. Mis gentes, mis errores y el espíritu. De los versos encadenados surgen los cuentos prometidos, pero de las palabras perdidas nacen historias sin sentido, las mejores porque transportan su locura por infinitos caminos. Reviento devenires si es preciso por puro odio al convencionalismo. La ruta difuminada y el destino como enemigo si no quiere entender a mi yo mismo. No siempre es mejor pasarse de tonto que de listo, pero la simpleza reina gracias a todos los sueños que se quedaron desprotegidos. Convierten al disidente en loco a base de engaños y prejuicios, aunque todos saben que la locura sólo es un pretexto más de control social. Hay tantos "locos" distintos en el mundo como historias bonitas en la vida. Cualquier enajenación es más interesante que corduras aburridas, y el que no quiera verlo que asuma su mediocridad. Que el cielo sea tan grande no significa que todos puedan volar. Lo peor es que a la inmensa mayoría le da igual. Por ello suelo pensar que no pienso como piensan los demás. Cada uno con su propia visión. Comprender significa saber ir de una a otra realidad. Porque la auténtica verdad hay que encontrarla en lo que haya más allá. Soy el verbo, lo que hago y lo que no digo. Mis vicios y mis delirios. Mi autodestrucción, entenderla es conocer mi orientación. Poco me importa que haya tanto inepto suelto, demasiadas veces he tenido que bastarme yo solo con mi yo mismo.
Yo y sus circunstancias. La tristeza está en korazones que simulan bombear fuego aunque solo haya líquido. Las quemaduras pueden hacer que llamaradas se confundan con hielo. Otro fallo más, un golpe menos. Muchos intentan presumir de alas y plumaje, pero no es algo que sirva de mucho con alguien que no las necesita para ponerse a la altura del sol. Que si hace falta le humillo para hacer reir a la luna. Porque mi fuego puede ser tan furioso como el suyo, y sin chispas no prenderá ninguna nueva estrella. Un estupefacto cerebro inunda de psicodelia las paredes de la noche, pero cada vez la oscuridad es más profunda. No me asusto porque a mí ni el abandono me puede apagar, pero las decepciones son cada día más difíciles de llevar. Soledad tras soledad la sangre oscurece y las púas se afilan más. El precio a pagar por querer vivir de verdad. Por dejar a la locura que me enganche cuando me necesita. Y todo este saco de palabras no lo entederán y lo llamaréis desvariar, pero me da igual, lo más deprimente de no ser comprendido es no poder compartir tu felicidad. Que os jodan a los condenados a la mediocridad, sin vuestra ignorancia no existiría gente tan especial. KORAZONES EN CARNE VIVA. Poesía enajenada de la religión de la intensidad. Con las almas de verdad no me gusta jugar a las mentiras. Hacer del tiempo una anécdota para sentir la eternidad de un instante perfecto. Mi yo y mi yo mismo para quien nos quiera sufrir y sepa disfrutar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario